miércoles, 12 de noviembre de 2025

“Cuando se apagó la luz… se encendió la familia”

Oliver Aquino

El inesperado black out nos obligó a pausar el ritmo acelerado de la rutina diaria y, sin darnos cuenta, nos regaló un momento invaluable: volver a compartir en familia. Sin la distracción constante de las pantallas, las notificaciones y el ruido digital, nos reencontramos en una conversación genuina, mirándonos a los ojos, recordando anécdotas y riendo sin filtros. La ausencia de luz se convirtió, paradójicamente, en una chispa que encendió la conexión humana que muchas veces dejamos a un lado por el uso excesivo del teléfono.

En medio de la oscuridad, descubrimos que no necesitábamos tanto para sentirnos cerca: bastó una vela, unas palabras y la disposición de escuchar. Este momento nos hizo reflexionar sobre cómo la tecnología, aunque útil, ha ido ocupando el espacio que antes pertenecía al encuentro familiar. El black out fue una pausa impuesta, pero también una oportunidad para reconectar con lo esencial: el calor del hogar, la conversación sincera y el simple placer de estar juntos.